lunes, octubre 08, 2007

¡Librero, descórcheme su mejor Lapinot!

Hay muchas maneras de disfrutar un buen álbum de Lapinot, del francés Lewis Trondheim, pero a la hora de paladear el buen sabor de sus viñetas y apreciar su aroma de humor y cotidianeidad, recomendaría las siguientes:



1) Un día de sol, en un banco junto al muelle, preferiblemente a mediodía y entre semana, arrullado por el mar y el tintineo de los mástiles

La variedad que mejor entra aquí son los "relatos alternativos" en los que Trondheim coloca a toda la panda, como el genial "Amor e interinatos", un homenaje a las novelas de Jane Austen con ese toque justo de humor, amor y drama.

2) Tumbado en la cama a la hora de la siesta, con la persiana entrecerrada para que el sol no impida apreciar el color del dibujo. También antes de dormir.

En ocasiones como estas, nada mejor que las historias reales de Lapinot y el incorregible Richard. Siempre me entran ganas de visitar ese París soleado y amable, ultradetallado y colorista, de tirarme de cabeza dentro de la viñeta y pasear con ellos un rato. E, igual que cuando veo Los Soprano me encantaría meterme entre pecho y espalda los platazos de pasta que se tragan, aquí me entran ganas de organizar esas curiosas reuniones de amigos.

3) Disfrutando de un buen baño caliente y espumoso (no demasiado, vigilar el nivel del agua), con una toalla cerca para secarse las manos y no mojar el cómic

Ideal para ese álbum que tenías tantas ganas de leer. También esta el método de colocar una tabla a lo ancho de la bañera y apoyarlo ahí. Se recomienda música suave pero animada de fondo.

Para los que aun no conozcan a Lapinot, decir que no saben lo que se están perdiendo: las vivencias cotidianas de varios amigos, llenas de humor, certera ironía, tramas bizarras y cotidianeidad a partes iguales, con un dibujo detallado y exquisito, con animales "humanos" como protagonistas. Lapinot, el conejo moralista, tímido e inseguro; Richard, el gato juerguista, divertido e infantil; Tití, el perro ligón, elegante y algo pijo; Nadia, la bella ratona que quiere dejarse conquistar por Lapinot...




"Me recuerda los días en que era un pequeño idiota... Ahora todo es distinto, ya no soy pequeño"

"¿Por qué tiene que ser tan complicada la vida entre dos personas?" "Para que las farmacéuticas puedan seguir vendiendo tranquilizantes"

Normalmente en las películas, en los libros, gozamos con los personajes bien construidos y con una personalidad definida. Trondheim va más allá y aquí cada personaje tiene además carácter y estados de ánimo, son retratados de forma verosímil en mil y un actividades del día a día. Planeta publicó siete álbumes, los dos últimos dobles, que aun pueden conseguirse por ahí. Parece que queda uno inédito, Blacktown, de 1995, que espero salga a la luz algún día.

Huelga decir que Lapinot puede degustarse tan a menudo como se quiera, puede uno repantigarse en las historias una y otra vez sin temor a aburrirse o sufrir resaca. Así que ni Chardonnay, ni Dom Perignon, ni leches: ¡Lapinot!

Mis queridas Roskat y Nayix, ustedes particularmente no pueden perdérselo.

viernes, octubre 05, 2007

El héroe asturiano de Lovecraft

El hidalgo Pánfilo de Zamacona, nacido en Luarca, "un pequeño y plácido puerto del (Mar) Cantábrico", en Asturias, norte de España. Conquistador español que se embarca en la búsqueda de ciudades hechas de oro con Francisco Vázquez de Coronado allá por 1540, poco después de la conquista de México, y acaba en el mundo subterráneo de Xinaian, poblado por una extraña y avanzada civilización india.

Básicamente esta es la línea de "El Túmulo", un relato escrito por H.P. Lovecraft a partir de una sinopsis de Zealia Bishop en el que las investigaciones de un arqueólogo sobre un misterioso montículo le llevan a dar con la historia de Pánfilo.

El tipo llega incluso a intentar comunicarse en "el bable campesino de su Asturias natal" con los indios de Xinaian (¿pronunciado 'Jinaian', con grafía mexicana?) , K'n-yan para los anglos, bajo los golfos terráqueos, ante su imposibilidad inicial de hacerse entender. Y en gallego, portugués, azteca (ya será en nahuatl, el idioma azteca como tal no existe), francés, latín y castellano. Toma ya conquistador políglota.

"El Túmulo", uno de los relatos más largos de HPL, alejado de las recopilaciones más extendidas por tratarse de una colaboración, ofrece la visión del mito de las ciudades hechas de oro que perseguían los conquistadores.. Lovecraft toma la odisea histórica de Vázquez de Coronado y su partida desde Nayarit (noroeste de México) hasta Kansas, en la infructuosa búsqueda primero de las siete ciudades de Cibola y después de la mítica Quivira. Hasta que se cansó de cuentos y se volvió por donde había venido. De lo malo malo, uno de los miembros de su expedición, García López de Cárdenas, descubrió el Cañón del Colorado, el canalillo de la Madre Tierra.

Zamacona va mas allá, guiado por un indio que ha bajado hasta el inframundo, y da con una avanzada pero ya decadente civilización. Siempre me ha impresionado la imagen del conquistador saliendo de los túneles al "exterior bajo la tierra" y descendiendo hasta la llanura, como si bajara de las cumbres andinas envueltas en niebla, humedad, soledad y misterio.

Lovecraft rinde también homenaje a la imaginación de su compañero escritor y colaborador de los Mitos Clark Ashton Smith desarrollando el mito de Tsathoggua, creación de éste. El relato narra como bajo Xinaián se encuentran las ruinas del mundo rojizo de Yoth, que a su vez se alza sobre los negros golfos de oscuridad de N`Kai, donde informes y letales criaturas de légamo negro veneran al dios sapo Tsathoggua, uno de los que da menos tirria de los mitos hasta que te arranca la mano de un bocado. Todo ello, si no me equivoco, salido de la pluma de Smith para varios de sus relatos de civilizaciones muertas, preternaturales y trágica desesperación. La historia enlaza con la salida del culto al Mundo Exterior, a la antigua Lomar, cerca del Polo Norte, que Lovecraft sitúa en la Tierra de los Sueños en su relato Polaris.

No tengo ni idea de cómo se tiró Lovecraft a poner un asturiano en su relato. Tendré que revisar su biografía para ver si tuvo algún contacto con Asturias, pero la verdad es que no me suena para nada.

Lamentablemente, el conquistador del relato no se detiene en ningún momento a echar un buen trago de sidra ni a compartirla con sus nuevos compadres. De haberlo hecho, otro gallo le hubiera cantado, ¡seguro!

De aquí creo que podéis descargar "El Túmulo". También podéis buscarlo en la recopilación "El Museo de los Horrores"