Martín, que comenzara en esto de editar comics con los superhéroes de Marvel cuando éramos chamacos, que tuviese un par de sonados desencuentros con estrellas nacientes del fandom español, que edita ahora en Glenat y que, desde hace unos meses, presenta una exposición sobre el cómic de la guerra civil española.
Lo encontré en México, improvisando un discurso en el Centro Cultural de España, donde se presentaba la exposición de la que es comisario. La muestra ya se vio en el Saló del Comic de Barcelona, y se verá en Salamanca y en Vigo, variando su contenido según la cita. Aproveché la credencial de prensa (y que estaba trabajando, claro), y le pedí que recorriese conmigo la exposición, lo que hizo con mucha amabilidad y profusión de detalles.
(Lo que me contó, o parte de ello, lo podéis leer aquí).
Picado por la curiosidad, le pregunté si era tan fan de Conan como se decía (lo de los gatos preferí dejarlo). Y me contestó que no, que era una leyenda urbana. Que cuando empezó a editar en Forum, la edición de Conan se hacía en Madrid y era pésima. Así que no le quedo más remedio que tomar cartas en el asunto y editarla él mismo en Barcelona.
Pero que el cimmerio de melena negra, el que grita aquello de “¡Crom, cuenta los muertos!”, el que se enamoró de Belit como un adolescente, no le es tan, tan querido como se comenta. Y que, cuando se fueron los clásicos y se agotaron las historias originales, la vida del rey de Aquilonia se hizo monótona y repetitiva para él.
Qué grandes los SuperConan, en verde o en morado. Y esa primera edición de la Espada Salvaje, pedazo portadas, los correos de Osuya de tres páginas a letra pequeña, los guiones de Thomas, los relatos nacidos de Howard, los dibujos de Buscema, la tinta de Ernie Chan y “la tribu”...
¡Por Crom, qué tiempos!
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