martes, marzo 18, 2008

¡A DESBARRAR CON LOVECRAFT!

Inevitablemente, cada cierto tiempo –semanas, meses o años- vuelvo a recorrer las calles de Innsmouth, y descubro cosas que antes no estaban allí, o que no vi en mi anterior visita. Tomo el autobús en Newsburyport, pertrechado con un sólido bocata de chorizo de Pamplona, saco un libro y gruño con delectación mordisco tras mordisco mientras el repulsivo conductor bordea el Atlántico, pasa comarcas desoladas y me adentra en el inhóspito y oculto (en más de un sentido) Innsmouth.

Uno de mis viajes recientes lo hice a través del cine. Madre mía, que horrible experiencia. Dagon (2001), sitúa "La sombra de Innsmouth" –posiblemente el mejor relato de Lovecraft, menos recargado de abismos sin tiempo de lo habitual, y mira que me gustan las simas olvidadas- en un pueblo costero de la Galicia profunda, en España, cambiando el nombre del pueblo por su traducción literal al español, “Inboca”.

El horror de las calles cuasi abandonadas del pueblo, los desvencijados y húmedos sofás del Gilman House, los muelles y los ojos entrevistos de sus habitantes, fiel reproducción y acertada de “La sombra sobre Innsmouth” que conocemos y amamos. Y los sueños del protagonista, con esos grabados cthulhuoideos en el fondo del océano. Y las joyas y tiaras . Y la locura sin remedio de quien ha comulgado con el monstruo. Lástima que la casquería barata, los protagonistas (elegidos para que se identifique con ellos la típica parejita descerebrada) y un guión agujereado lo tiren todo al fondo del espacio insondable donde gira sin cesar al son de las flautas el gran Azathoth, el Sultán Idiota.
Lástima que pronto se convierta en una película de horror convencional con un aire a serie Z (que no B). Lástima de capitán Orfeo Cambarro (Obed Marsh), que a pesar de dar la talla de marinero intrépido y viajero que pacta con quien no debería y convence a su pueblo de vender su alma , lo tira todo por la borda cuando se va a rodar al Arrecife del Diablo un vídeo de Mago de Öz. Lástima, joder.
Se me quedó grabada la escena en la que el protagonista intenta la huída confundiéndose en la noche de tempestad con los lugareños de Inboca, ¡vestido de naranja brillante! Claro, y luego tienen que salir los monstruos, que como es Galicia, pues son pulpos. De Rias Baixas.

Así que, puestos a hacer versiones comercialoides baratuscas de la obra de Lovecraft, propongo unas cuantas:

-Azathothed by the bell . ¿Y si Azathoth, antes de convertirse en el Horror al Final del Tiempo, hubiera ido a clase de Zack Morris, Screech y A. C. Slater? ¿Y si hubiera cortejado a Kelly Kapowski con una cohorte de horrores flautistas para llevarla al baile del Fin del Mundo? ¿Y si dejara hecho una porquería el despacho de Mr. Belding tras cada travesura con su protoplasma viscoso? “Muchacho, esto es ¡asqueroso! ¡Te quedaste sin ir al baile!”

-Las vacaciones de Mr. Bean... en Innsmouth. ¿Y si nuestro héroe se subiera al autobús de Joe Sargent con su osito de felpa, se inscribiera alegremente en el Gilman House y acondicionara su habitación al gusto, celebrara las costumbres de los lugareños locales y se convirtiera en el Sumo Sacerdote de la Orden Esotérica de Dagón? ¡Con risas enlatadas!

-Nyarlathotep pone un bar de tapas en Chinchón, se lía con una divorciada y se enfrenta a la difícil tarea de educar a sus hijos y a los de ella, corriendo simpáticas aventuras para toda la familia y sufriendo las ocurrencias de los pequeños y sus simpáticos aunque brutos amiguetes. ¡Y todo ocultando su papel de servidor de los Horribles Maestros de Todo lo que es Chungo!

-El Wendigo podría tener una serie animada, donde aparezca como protector de pingüinos, focas y la naturaleza en general. Ya que va destinada al público infantil, la protagonista podría ser una sonriente niña lapona, que sacrifica al azar a uno de sus amigables vecinos cada vez que necesita invocar a El Que Camina en el Viento para que descuartice a los recurrentes cazadores malvados. Tantos capítulos como vecinos haya en el pueblo.

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