viernes, julio 13, 2007

Los títulos míticos de Barco de Vapor

Hoy tropecé con una librería de segunda mano que tenía unos cuantos ejemplares de Barco de Vapor, mítica colección que nos acompañó a muchos en los años escolares y que se merece un altar por apartarnos de las pirulas, la kale borroka y la especulación inmobiliaria. Como recordaréis, los libros se dividían por colores, que indicaban la edad ideal del lector.

Habla la nostalgia, pero su variedad de géneros y la calidad de los autores me abrió la puerta a una encrucijada de muchos mundos, de niños como yo que vivían en la calle de al lado y llevaban pedidos en bibicleta, piratas de opera bufa, travesuras en la arboleda, carteros con un olfato extranatural y vecinos pobres que tocaban la trompeta. Así que ahí va un pequeño homenaje con mi top de títulos. De lo que me acuerdo, al menos.

Aniceto el Vencecanguelos
Aniceto era un chaval con madera de friki, hijo único y con cierta sensatez que ocultaba admirablemente bajo ideas de bombero. Y el chaval aprendía como nosotros a los 10 años, curioseando, mirando detrás de las cosas y disimulando con altanería de lo que no se enteraba. Con cierto toque surrealista, irreal y fantástico. Que si un viaje imaginario al fondo del mar para evitar que te marquen un gol, el monstruo construido con palillos a base de mucho esfuerzo, la isla misteriosa y el señor que se cayó por saltar todo el rato, la procesión de ratas que tocan el tambor... Siempre me quedé con ganas de saber donde iban los caminos que no escogió en el primer capítulo. Él optó por ir a la Caverna Maravillosa, pero había un bosque y unas cascadas que pintaban muy bien.
El Pampinoplas
Vaya cabrón el Pampinoplas. Poliche viaja al pueblo de su abuelo, donde el travieso Pampinoplas va haciendo putadas a diestro y siniestro. Resulta que al final el tipo es un viejo amigo del abuelo que está resentido con todo el mundo y se trata de hacerle volver a apreciar la amistad y esas cosas tan bonitas. Recuerdo la lección de Física del primer capítulo, con globos. "¡Acción, reacción".

El Rey de Katoren
El protagonista era un chico que tenía que superar siete pruebas para convertirse en rey, en un mundo contemporáneo un tanto fatalista y decadente. Algunas de las proezas que debía superar estaban inspiradas por los Trabajos de Hércules, como la de ahuyentar a unas aves chillonas que atemorizan una ciudad o cargarse a un pestilente dragón nacido en la pantanosa periferia de una urbe muy contaminada (envenenándolo). Había una prueba muy curiosa en las que tenía que guiar el camino de ¡iglesias andantes! para que se bloquearan perpetuamente unas a otras y no causaran más muertes con su despreocupado caminar.
El Maestro y el Robot
Una especie de experimento pedagógico donde la escuela de un pueblo perdido cambia de la noche a la mañana a la ultratecnología y a su maestro por un robot. Ciencia ficción cotidiana al estilo Ray Bradbury para escolares. No me acuerdo de gran cosa.
Cucho
Una película de Frank Capra para niños de nueve años. El tal Cucho vivía con su abuela enferma en relativa escasez. Había que sacar adelante la casa y probaba distintos negocietes, como un puesto de chucherías en el que ampliaba la gama de productos yse forraba modestamente. Además, se quedaba al cargo por la enfermedad del propietario. Por una cosa u otra (el vejete del puesto se moría y su pariente era un animal , creo recordar) al chaval se le torcía todo. Tenía un vecino músico, viudo y desgraciado, con el que pasaban alguna Navidad triste. Final feliz tras mucho trabajo. Hoy los niños trafican con costo o con pirulas. ¡Seguid el ejemplo de Cucho, descabalgados de la vida!

El Pirata Garrapata
El libro para niños que hubieran escrito los Monty Phyton. Otro friki que surca lo mares: narizón, con garfio, pata de palo y un corazón de oro oculto tras un pretendido humor de perros. Si hasta se enamoraba de una princesa, me parece. No podía faltar a su lado la típica tripulación de incompetentes con nombres estilo Caraboba. Creo que aquí aprendí lo que era el escorbuto, aparte de un grupo punk. La noción de beriberi tardó más en llegar.

Menciones especiales
Rabicún, Los Mifenses, Jeruso quiere ser gente, Caramelos de Menta (estos dos últimos de emprendedores pre adolescentes) , Capitanes de Plástico, Un agujero en la alambrada, Las Aventuras de Ramón Lamote, La Nariz de Moritz, Asesinato en el Canadian Express, De profesión Fantasma, Los Alegres Viajeros, Fray Perico y su borrico, El Secreto de la Arboleda, Querida Susi, Querido Paul.

Otros libros de mi pre-adolescencia, de editorial Noguer, fueron el bizarro Datrebil, siete cuentos y un espejo de Miquel Obiols, con unas ilustraciones de lo más surrealista (recuerdo que había un cuento de un perro que subía a la luna en escalera) y en el que había que leer en un espejo, o la fantabulosísima trilogía de Mercedes e Inés (el primero llegué a leerlo 24 veces en un año).

Los que me parecían un soberano truño eran los libros de Maria Gripe (Los Hijos del Vidriero, El Gato Mog). Pero el premio al más coñazo es sin duda para Rastro de Dios y otros cuentos.

Y siempre pensé que El Misterio de la Isla de Tokland , de otra editorial, estaba bastante sobrevalorado.

En fin, me vuelvo a mi madurez... Cualquier libro leído fue mejor...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Echo en falta el que es, a mi juicio, el mejor libro que editó El Barco de Vapor en su momento: "Lumbánico, el planeta cúbico", de la serie naranja. No sé cuantas veces pude releérmelo. Le tengo tanto cariño que hace poco no lo encontraba y me lo compré en una librería de 2ª mano (está tristemente descatalogado de manera incomprensible, pues llegó a su 12ª edición y fue finalista en el Premio Barco de Vapor) para después reencontrar mi libro de nuevo (lo tenía mi hermano...con 26 años que tiene ya. Una pequeña joya que todos los niños deberían leer.

Otras menciones especiales: El verano de la sirena, La isla menguante, La señora Frisby y las ratas de Nimh, El diablo capataz, Peluso quiere ser gente, Gran Lobo Salvaje, El señor Mendelson y las ratas, etc., etc.

Mi infancia están en todos esos libros. Que morriña.

Tchupón dijo...

No lo recordaba, pero ahora que lo dices también me dejó muy buen sabor de boca. Y el de las ratas de Nihm, aunque era más complicado de leer a esa edad, sí, también me gustó mucho. Gran-Lobo-Salvaje creo que me decepcionó un poco, pero tenía un pase.

Roskat dijo...

Joder, Tchupón... ¡Fray Perico y su borrico! ¡De profesión, fantasma!, ¡El misterio de la isla de Tokland!¡El rey de Katoren! ¡Cucho! (estaba también Bibiana y su mundo, del mismo autor y quizá un poco más duro que Cucho - sí, más duro aún)...

De la colección de Barco de Vapor, yo tenía especial aprecio a "La hija del Espantapájaros", "Vania el forzudo" (que avivó mi interés por la mitología rusa), "Canción de pájaros muertos", y un larguísimo etc...

De otra editorial era uno de mis libros favoritos, "El bolso amarillo", que conservo como oro en paño para leerlo a mis hijos/sobrinos.

Hace poco, además, me vino a la memoria un libro que me encantaba pero que no recuerdo el título... Dos chicas que abrían un cajón secreto donde había una capa que te volvía invisible, unos guantes que te daban habilidades para coser, una cajita de lata que servía para encontrar lo que se había perdido y unas botas de siete leguas...

Del kalimotxo no sé, pero estos libros me alejaron de convertirme en una persona frívola.

Anónimo dijo...

Je, grandes títulos sin duda. Yo de los blancos añadiría "Cuando Tina berrea", "La bruja Mon", "El muñeco de Don Bepo" y "El mono imitamonos".

De otras colecciones, recuerdo una colección sobre unos monigotes que se llamaban "Don..." y un nombre que lo describía, por ejemplo, "Don Metomentodo", que tenía una nariz enorme...

A mí María Gripe sí me gustaba, y no sé por qué yo a "Fray Perico y su borrico" lo recuerdo de editorial altagrama...

Buena entrada, sí señor

Anónimo dijo...

Yo recuerdo hacerme muuuuchas risas con "Fray Perico y su borrico", otra de tantas cosas-además de chandals y camisetas de interior-heredadas de mi hermano!!